Nuevas prácticas

(Comparto contigo dos nuevas aplicaciones que combinan respiración y visualización). 

1)  Siéntate y cierra los ojos. Siente el peso de tu cuerpo sobre el asiento y mantén recta la espalda. Seguidamente, visualiza un lugar -séase real o ficticio- que te resulte de lo más agradable. Recréate durante unos minutos en la construcción mental de dicho espacio: trata de “percibir” los colores, sonidos y fragancias que pueblan el mismo, así como las sensaciones táctiles que te producen las materias que lo componen. Hecho esto, inhala lentamente un haz de luz blanco, resplandeciente, el cual simboliza todas las cualidades positivas de tal emplazamiento (paz, equilibrio, alegría, energía, belleza…); dicho flujo luminoso penetra paulatinamente en tu cuerpo, impregnando todas tus células. A continuación, retén por dos segundos el aire inspirado y, después, expira una luz negra, a su vez representativa de tus propios estados negativos (estrés, irritabilidad, ansiedad, temor, etc.). Repite esta acción respiratoria por un mínimo de 5 minutos.

2)  (Esta segunda práctica puede ser vista como una inversión de la anterior). Sentado y con los ojos cerrados, imagina que tu cuerpo al completo recibe un baño de luz blanca, impoluta. Mantén aproximadamente durante un par de minutos esta imagen. Pasado ese tiempo, evoca con la mayor precisión posible una relación que te resulte dificultosa o incluso conflictiva, pormenorizando en la misma a lo largo de unos instantes. Finalmente, inhala poco a poco un flujo de luz oscuro, continente de toda la negatividad inherente a ese vínculo. Tal y como éste entra en tu cuerpo, se diluye rápidamente en el campo de luz blanca que anteriormente creaste. La posterior exhalación impregna de luminosidad (compasión, comunicación, perdón, amabilidad, respeto…) dicha relación. Realiza este ejercicio por espacio de unos minutos.

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